La primera vez que llegue a Australia a la edad de 16 años para tomar algunas clases en el secundario (preparatoria) y vivir con una familia anfitriona estaba por las nubes con todo, y cuando digo todo es todo. Cuando el avión aterrizó en Sidney estaba tan emocionada de haber llegado finalmente a Australia, algo que había estado planeando por meses.
Sin embargo, este sentimiento no dura para siempre, y yo estaba a punto de experimentarlo. Luego de dos meses las cosas comenzaron a sentirse raras, las diferencias se hicieron más aparentes. Comencé a extrañar a mis amigos y familiares cada vez más y más. Pensamientos frustrantes se volvieron cada vez más populares en mi cabeza “Nadie me entendía realmente” “mi ingles no era suficientemente bueno” “ojala la gente pudiera hablar alemán por un día” “porque es imposible encontrar pan como el que hacían en Alemania” “desearía que el transporte público funcionara de la misma manera que en casa” y así seguía. Estos pensamientos eran por supuesto altamente improductivos y no ayudaban. Pero estos pensamientos son parte de un proceso y encabezan la “fase de negociación”. Sentimientos de ansiedad saldrían de mí sin explicación aparente. La melancolía dominaba mis noches. Por supuesto no era así todo el tiempo “sentimientos de entusiasmo se tornarían en desorientación y frustración”.Las fases no están claramente marcadas, cada fase engancha con la próxima y algunas veces la sensación es de hacer dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás.Mucha gente confunde el término shock cultural con la fase de sentirse disconforme, la confusión, la frustración, la nostalgia antes de adaptarse a la cultura extranjera. Sin embargo el shock cultural es mucho más, también incluye la etapa de las primeras semanas o meses llamada “fase de enamoramiento” donde todas las nuevas experiencias y aspectos culturales tales como la forma de vida y la interacción con otros por medio de la ropa, la música y la comida aparentemente exótica son tomados con felicidad. Te encuentras, por así decirlo, vistiendo unos anteojos culturales que te hacen ver todo color de rosas mientras flotas en una nube cultural.Pero, aunque todos los estudiantes de intercambio habíamos participado en un día de integración, ninguna preparación podría haberme hecho esquivar el inevitable shock cultural que estaba por experimentar, y estoy agradecida de no haberlo estado.
Quiero señalar que el efecto del shock cultural es diferente en cada uno y puede resultar en diferentes comportamientos y sentimientos. El timing entre las diferentes fases también varía mucho de persona a persona. Una cosa es segura: el shock cultural es inevitable y aceptarlo es el primer paso hacia el ajuste a una nueva cultura.Las cosas comenzaron a tener sentido y yo entendí la cultura australiana cada vez mejor y mejor (al menos la cultura que vivía junto a mi familia anfitriona y mi secundario en Sidney) esto fue un gran ruptura personal. Cada día me sentía más y más cómoda con mi nueva casa. Adopte muchos rasgos nuevos mientras mantenía algunos viejos de mi país de origen. A menudo me refería a mí misma como poseedora de una doble nacionalidad. Este proceso que ocurrio durante los últimos meses en el extranjero lo llamo “fase Master”. El momento más feliz fue cuando una querida amiga remarco “Ahora sos australiana, sos como nosotros”. Ella sabía lo que decía, acaso no me había visto transformarme de una tímida alemana que apenas podía seguir la conversación en una hablante fluida y bicultural australiana-alemana?Con los próximos meses fuertes sentimientos de pertenencia fueron superando aquellos sentimientos de desplazamiento y nostalgia. Desarrolle mi propia rutina, aprendí a adaptar el estrés con varias técnicas e hice nuevos amigos. Tuve una lenta entrada a la “fase de ajuste”. Había aprendido que esperar de la mayoría de las situaciones, había adaptado mi propio comportamiento y aprendido a apreciar nuevas formas de pensamiento y actitudes. Mi ingles mejoro dramáticamente, no solo mi vocabulario se expandió significativamente sino que también pensaba y soñaba exclusivamente en inglés. Durante esos meses desarrolle un interesante patrón de sueño de aproximadamente 14 horas seguidas. Mi mente necesitaba tiempo para recuperarse luego de experimentar tantos desafíos durante el día: hablando inglés, vistiendo diferente, yendo a clase, haciendo nuevos amigos, observando y procesando las diferencias, ajustando mi propio comportamiento, analizando el significado de lo que la gente decía y traduciendo eso en algo que pudiera entender y responder apropiadamente.
Quitate el miedo
Este es mi granito de arena, aquello que me ayudo a mí a lidiar mejor con el shock cultural: Intenta superarte y crear nuevos vínculos. Habla inclusive cuando lo hagas con errores. Desarrolla una rutina. Pensá acerca de cómo combatís con el estrés en casa y trata aplicarlo en la nueva cultura: practicar Yoga, hacer deportes, salir a caminar, hablar con amigos. Trata de mantenerte positivo y ver los buenos aspectos en todo. Los pensamientos negativos son un círculo vicioso y pueden tirarte abajo rápidamente. Además, reírte de vos mismo o de cualquier cosa que te frustre (el humor nos ayuda a salir de situaciones no gratas). Siempre recuerda que podemos aprender de esto? No intentes negar los aspectos positivos de la otra cultura, a veces existe una razón válida detrás de porque las cosas son hechas de cierta manera. Date cuenta de que esto no significa que debas renunciar a todo lo que eres y en todo lo que crees. Esto simplemente abrirá tus horizontes y ayudará a negociar entre las diferentes culturas.
Personalmente la mejor parte es el contacto cotidiano que aun mantengo con mi familia anfitriona con la que me hospede hace ya 10 años atrás. Los visité nuevamente con mi mamá y ellos me visitaron en Europa y pronto vendrán a visitarme a BsAs donde vivo actualmente. Estoy muy agradecida por su amistad y hospitalidad mientras atravesaba mi shock cultural (seguro no fue fácil) Su ilimitada generosidad fue un increíble modelo a seguir y me convenció de hospedar a mi propio estudiante de intercambio cuando sea mayor.Yo creo que si logras adquirir esas habilidades interculturales durante el shock cultural los sentimientos de desconexión y ansiedad no serán en vano. Y tal vez, si todos hiciéramos un intercambio de algún tipo viviríamos en un mundo más comprensivo y pacífico.
Por Judith Enders