Todos tenemos visiones polarizadas… ¿y entonces?

“¡Son feminazis!” escuché decir a uno de mis amigos luego de ver por la televisión algunas pintadas que la marcha por #NiUnaMenos dejaron en una pared. El adjetivo parece englobar un significado sumamente profundo, buscando trazar paralelismos entre el régimen Nazi en Alemania y el movimiento feminista. En realidad no lo era. Era una simple descripción despectiva ante un accionar que, desde el punto de vista de mi amigo, era incorrecto.

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También en estos meses ha comenzado a escuchar con más frecuencia la frase: “Se vienen a robar nuestros trabajos”, refiriéndose a los inmigrantes llegando al país. Esta frase parece tener una estacionalidad alineada a los vaivenes económicos. En períodos de crisis, los inmigrantes y refugiados se convierten en el chivo expiatorio perfecto para asignarles parte de la responsabilidad. Sin embargo, la atribución de esta frase es muy selectiva: no se la dirigen a cualquier inmigrante, sino a los que la sociedad percibe como inmigrantes de “segunda clase”. Nadie se atrevería a tratar como criminal en potencia al estadounidense que viene a asumir una posición de director de una multinacional. De nuevo los adjetivos negativos, tendenciosos y prejuiciosos proliferan.

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Durante una charla con mi madre, me comentaba lo difícil que era reclutar a jóvenes “comprometidos” en el sector público que hicieran las cosas como se venían haciendo. Los jóvenes nunca van a estar comprometidos cuando se trata de seguir las reglas de los más grandes. La contra-respuesta más lógica al describir a los más “viejos” no tarda en llegar: “Se resisten al cambio”, “Son anticuados y ya no sirven para nada”, etc.

En mi Facebook se abrió un extenso debate por el siguiente hecho: Una pareja de lesbiana fue arrestada por besarse en una plaza en Córdoba. Posteriormente, y a método de protesta, se organizó un “Besazo” de lesbianas frente a la estación central de policías. Si apoyabas la iniciativa eras un pervertido que ibas a contramano de la naturaleza. Si estabas en contra eras un moralista religioso y homofóbico. Esos mismos rótulos planteaban una distancia casi insalvable, donde la posibilidad de debate era casi nula.

Besazo en Córdoba

Pero el trofeo de las descalificaciones y agresiones se lo lleva la política. Los juegos de poder son tan potentes que la agresión verbal, normalizada por medios y políticos, impiden casi cualquier posibilidad de tener un intercambio de argumentos razonables y fundados. “Kukas”, “gorilas”, “ignorantes”, “vagos”, “fachos”, etc. La imaginación y creatividad parece no tener límites. La polarización tampoco.

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Las polarizaciones abundan frente a cualquier aspecto de “diferencia” que se presente entre seres humanos. Por ser cordobés me han pedido que “me cuente un chiste”. Por ser vegetariano me han dicho “gay” (¿?). Por no querer tener auto me han dicho “hippie”. Por ser ateo me han dicho “irrespetuoso”. A todos nos pasa. A partir de esta variedad de reacciones y de estigmatizaciones ante la diferencia, podemos esbozar algunas características que afloran en las polarizaciones:

  1. Describen más a quienes la dicen que a quienes están dirigidas.

“Lo que Juan dice de Pedro, dice más de Juan que de Pedro”. Cuando nosotros describimos al diferente, en realidad estamos describiéndonos más a nosotros mismos. Descalificar a los demás es una forma de reforzar nuestra propia forma de pensar y de ver las cosas (y también nuestras carencias). En definitiva, si los demás están equivocados y hacen cosas incorrectas; eso implica que nosotros estamos en lo cierto y hacemos las cosas correctas.

  1. Buscan evitar que cambiemos

La naturaleza humana tiende hacia el estatus quo. Estamos diseñados para crear un contexto que nos brinde seguridad y nos permita cumplir nuestros mandatos instintivos básicos: supervivencia y procreación. Descalificar a quienes son diferentes a nosotros persigue el fin implícito de legitimar quienes somos y las decisiones que tomamos en nuestras vidas. Si nosotros somos los que “estamos bien”, entonces son los demás quienes tienen que cambiar y adaptarse.

  1. Buscan proteger privilegios

A veces me avergüenzo de mis privilegios. “¿Cuáles privilegios”?, suelen preguntarme algunas personas que tienen los mismos privilegios que yo, cómo si encendieran una señal de alerta al indicar subliminalmente que quizás ellos también tienen privilegios. A los privilegiados nos gusta pensar que no tenemos privilegios, y que todas las cosas que ganamos, obtuvimos y aprendimos, fueron exclusivamente por nuestro propio esfuerzo. “A mí nadie me regaló nada”, es casi una frase hecha a la que muchos apelan ante la mínima insinuación de que quizás otras personas no hayan tenido acceso a las mismas oportunidades.

La responsabilidad de ponernos en los zapatos (y en la piel) del otro antes de atrevernos a juzgarlos desde nuestras posiciones y sesgos, es de todos. Somos participes y creadores de las polarizaciones que sufrimos y que impartimos. Comencemos trabajando con miras a cambiarnos a nosotros mismos, antes de querer moldear a los demás a nuestra semejanza.

¿De qué manera se te ha juzgado injustamente? ¿Eres capaz de reconocer tus propios pre-juicios?

Por Marcelo Baudino
Presidente SIETAR Argentina

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¿Qué es la comunicación intercultural efectiva?

Según Stella Ting Toomey, autora del libro Communicating Across Cultures, la comunicación intercultural es reconocer las identidades del otro. Un acto comunicativo es intercultural cuando hay un contacto entre personas de diferentes culturas, en el cuál las diferencias culturales afectan el proceso de comunicación. No importa si este contacto es frente a frente o a través de algún medio de comunicación (ej. Carta, email, redes sociales, juegos online, etc.). Como bien sabemos, la tecnología hoy nos facilita el contacto con personas de todas partes del mundo, y las diferencias culturales por lo general existen en estos contactos. Dichas diferencias cultuales pueden ser dadas por categorías tales como la nacionalidad, etnia, creencias religiosas, género, generación, ideología política, (dis)capacidad física, orientación sexual, etc. Ahora bien, es difícil que como individuos nos identifiquemos con sólo una de estas categorías. Siempre pertenecemos a varias. Lo que ocurre es que, dependiendo de los sujetos y el contexto del acto comunicativo, se da lugar a una identidad “saliente” o “predominante” de las personas en cada situación. Así, por ejemplo, si estoy viviendo y trabajando con un grupo de alemanes, la identidad personal “saliente” en esas interacciones probablemente tendrá que ver con la cultura de mi país de origen. Mientras que, si estoy en una reunión con un grupo de sólo hombres, probablemente una de mis identidades salientes sea mi condición de mujer.

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La comunicación intercultural efectiva se da cuando somos capaces de identificar y reconocer la o las identidades salientes del otro, y cuando nos relacionamos con ese otro en base a su identidad personal y cultural. Quién soy yo y quién es el otro en una interacción determinada, cómo me defino a mí mismo y cómo defino al otro, son aspectos que determinan la interacción intercultural. Al reconocer la identidad del otro puedo discernir cómo esa persona quisiera ser tratada, y actuar en consecuencia. Puedo tener en cuenta nuestras diferencias para evitar malinterpretaciones, reacciones a la defensiva, y maximizar la colaboración.

Ahora bien, ¿cómo podemos reconocer esas identidades en las personas? Una de las maneras más simples es acudir a la observación. El tono de voz, las expresiones faciales, las pistas no verbales o el uso de palabras o vocabulario específico, nos dan pistas sobre cómo podríamos relacionarnos con las personas, especialmente al inicio de las relaciones interculturales. La frase “Camila ven para acá” puede ser formulada de distintas maneras en base a la identidad saliente que detectemos en el interlocutor: “Sra. Gonzales, cuando tenga un minuto, me gustaría hablar con usted”; o “Camila, necesito que hablemos ahora mismo”; o “Dra. Gonzales, cuando tenga un tiempo, apreciaría mucho escuchar su opinión sobre este asunto”. Cada una de estas opciones no solo denotan distintos tipos de formalidad en el trato, sino que dan información sobre quién es y qué lugar ocupa éste en la interacción.

¿Has experimentado la comunicación intercultural efectiva? ¿De qué otras maneras crees que se puede identificar y reconocer la identidad de las personas? Comparte tu experiencia.

Por Shirley J. Saenz

¿Cuán diversa es tu vida?

Autora: Julia Taleisnik

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Hoy escuchamos con frecuencia la palabra diversidad. La gente, los medios, las publicidades hablan de este tema, pero tengo la sensación que cuando un concepto está en boca de todos en todo momento, muchas veces pierde fuerza. Esto me pasa hoy con la  diversidad, del que aparentemente todos hablan pero no estamos seguros cuántos llevan a la práctica.

Según el diccionario de Merriam-Webster, la diversidad es la cualidad o el estado de tener diferentes formas, tipos, ideas, etc. El estado de tener personas que son de diferentes razas o que tienen distintas culturas en un grupo u organización”. Bastante amplia la definición, ¿no? Si entendemos a la diversidad como el estado de mostrar diferencias, puede generar temor porque pareciera separar en vez de unir. Pero no necesariamente tiene esa función la diversidad. También entendemos que existen múltiples diversidades: de nacionalidad, de edad, de género, de clase, de orientación (o preferencia) sexual, de religión, de ideología política, de intereses, de habilidades, de estilos de vida, de educación, de profesión, entre muchísimas otras. La dificultad de mencionar todas las diversidades que existen es la misma que nos convoca cuando nos preguntamos ¿cuán diversa es mi vida? Por eso es mejor comenzar preguntándonos por ¿cuáles son las diversidades en mi vida? Sigue leyendo

Una brasileña en Argentina: «Buenos Aires, de a un helado por vez»

Después de vivir casi cuatro años en Buenos Aires, Yohana de Andrade se despide de nosotros. Miembro de Sietar Argentina, relata con sangre paulista las diferentes etapas de su choque cultural.


Solamente un helado de maní con remolacha sería lo suficiente. Pero cuando la moza del restaurante me ofreció otro más, lo acepté: fue la primera vez que me dí cuenta que nunca más volvería a aquel lugar.

Esto es despedirse de una ciudad: darse cuenta que después de casi 4 años en Buenos Aires, llegó el momento de irse. Si esto no es una motivo para tomar (más) helados, yo no sé qué más puede ser.

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Heladería Gruta y el mejor helado de dulce de leche granizado de Buenos Aires: un estudio de caso

Cómo brasileña nacida en San Pablo, sería de esperarse un texto comparando las ciudades, hablando de países hermanos y entrelíneas de clichés. No. Jamás.

Este texto es una carta de amor, de despedida: una manera de expresar como la adaptación cultural puede volverse en una relación amorosa entre una inmigrante y su ciudad de elección.

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Aprendiendo sobre Aotearoa

María Inés Quiroga es Profesora Universitaria de Lengua y Cultura Inglesa de la UNCuyo (Mendoza, Argentina) y tiene una Maestría en Comunicación Intercultural de la Universidad de Maryland, Baltimore County (Maryland, EEUU). Hace más de 8 años que trabaja en el área de Aprendizaje de Competencias Interculturales, mayormente en educación y programas interculturales, y es miembro fundadora de Sietar Argentina. El amor por la interculturalidad y la aventura la llevaron a mudarse a Auckland, New Zealand (NZ) en Junio 2016 y desde allá nos manda este artículo contándonos sobre NZ.

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Me despierto en mi nuevo departamento de Auckland. Me parece mentira, hace casi tres meses dejé mi departamento de Buenos Aires. Este es más amplio, y está en un complejo de departamentos más chiquito (pasé de un piso 13 a un segundo piso, y de tener cientos de vecinos a tener ocho). No hay muchos edificios altos acá en Auckland salvo en el CBD (como le dicen al centro, Central Business District) que es donde se concentran los edificios altos. Auckland es más bien una ciudad que se distribuye a lo ancho y no tanto a lo alto.

Me preparo para ir al gimnasio y salgo. En estos días que tengo tiempo libre disfruto de mis clases de yoga y pilates por la mañana. También salgo a correr, a veces, cuando el clima lo permite. El invierno aquí es relativamente frío y llueve mucho, se caracteriza por tener las cuatro estaciones en un mismo día. “Tía, te vas a vivir a una isla, no?”, me dijo mi sobrino antes de partir. Y sí: Nueva Zelandia es un conjunto de islas y de ahí viene su nombre. Los primeros que la descubrieron fueron unos navegantes holandeses, entre ellos Albert Tasman, quien primero creyó que había llegado a una de las islas del sur de Argentina. Ellos fueron quienes dejaron su legado al ponerle el nombre de Niew Zeeland o New Sealand porque hay una provincia «Zealand» al sur-oeste de Holanda y es llamado así porque tiene varias islas (sea-land). Para los maoríes, los primeros habitantes de estas tierras, NZ es Aotearoa que significa «tierra de la gran nube blanca», y estoy de acuerdo con ellos: es otro nombre que la caracteriza.

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La silueta de Auckland desde Mt. Wellington y su gran nube blanca. Foto: María Inés Quiroga

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VIVIR EN / VIVIR ENTRE: Reflexiones  a partir de la lectura de “Vivir entre lenguas” de Sylvia Molloy.

por Verónica Denmonveronicadenmon@hotmail.com

VIVIR EN VIVIR ENTRE 1“El lenguaje es la casa del ser y la morada de la esencia del hombre”

Martin Heidegger

 

“Todos pertenecemos al mundo, y si una patria tengo es la lengua. La lengua tiene muchas patrias: la infancia, la familia, todo lo que va haciendo al individuo . Para un poeta y escritor, es lo único que puede habitar”

Juan Gelman

VIVIR EN                                                                                                             

Los seres humanos somos seres lingüísticos. El lenguaje, esa capacidad de expresar pensamientos y sentimientos por medio de la palabra, nos constituye.

Esta facultad abstracta y general de la especie, se plasma en manifestaciones concretas: cada comunidad desarrolla su propia lengua para comunicarse.

Cada lengua organiza de un modo particular la experiencia, modelando en sus hablantes una cierta visión de mundo, un marco de interpretación posible.

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Mindfulness y Proceso de Adaptación Intercultural.

por Alejandra Ferreiro

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Mindfulness o Conciencia Plena es una práctica meditativa que  favorece nuestra capacidad de estar en contacto con el momento presente, e incrementa nuestra capacidad de darnos cuenta (awareness).

¿Darnos cuenta de qué?

De lo que sea que ocurre y nos ocurre en el presente ante el ojo interior de nuestra conciencia, sin juzgarlo.

La práctica regular del Mindfulness y el trabajo consciente sobre nuestra Inteligencia Emocional son herramientas eficaces para superar los desafíos afectivos y cognitivos que demanda la gestión adaptativa de nuestras “aventuras interculturales”,  sea a miles de kilómetros de casa o donde quiera que estemos y entremos en contacto con “lo diferente”.

Identidades y  culturas.

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La cultura es el “software” con que funcionamos los humanos. Sigue leyendo

LA BÚSQUEDA: Reflexiones sobre el tratamiento psicoterapéutico de migrantes y expatriados.

Por  Laura Elizabeth Turner  / leturnermd@gmail.com

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“Al igual que el tiempo, el espacio trae consigo el olvido; aunque lo hace desprendiendo a la persona de sus contingencias para transportarla a un estado de libertad originaria.”

                                                    THOMAS MANN, “La montaña mágica”

 

Desde hace 20 años trabajo con personas expatriadas, en idiomas inglés y francés, generalmente en sus lenguas maternas -si bien algunos de ellos prefieren el castellano.

Este apasionante recorrido por tan variadas culturas me plantea un interrogante: ¿cuáles son los motivos y desencadenantes de una consulta de este tipo (generalmente, la primera) en un país extranjero?. Incluso en muchos casos de migraciones o expatriaciones transitorias, algunas de pocos meses…

A veces, no se trata de una situación de emergencia o de colapso, ni el motivo de consulta esta directamente relacionado con la migración:  las pienso como fundantes de una experiencia inédita, un viaje iniciático paralelo al descubrimiento de un nuevo mundo.                                    

1.)     “Su historia siempre tenía un hueco. Era una historia equivocada, siempre equivocada…”  J.M. COETZEE,  “Vida y época de Michael K.”

Harry, el australiano

Harry,  de 25 años, australiano, consulta luego de 2 años de instalarse en Buenos Aires con su mujer argentina a quien conoció por Internet; también vivió en otros países. Dice “ no sé realmente cuál es mi lugar” “ Toda la mudanza fue muy difícil” (en inglés, mudanza es MOVE, que también podría traducirse como movimiento, jugada, o el coloquial “movida”) “Tengo asuntos sin resolver con mi familia.” En su discurso, se reitera el “ no encajar “ ( I DON´T FIT). Durante el breve tratamiento, se conecta por primera vez con su padre biológico, de quien su madre quiso borrar todo recuerdo, incluso modificando el nombre original de Harry, que era el mismo que el de su padre). Casi al final de la terapia, refiere “me siento entero, completo. Como si las piezas del rompecabezas hubieran ENCAJADO ( FIT ) en su lugar.”

Alice, la australiana

Alice, 33 años, australiana, consulta por falta de deseo sexual, pero deriva hacia su “dificultad histórica para hablar sobre sus estados de ánimo”. Padece cefaleas, acné, trastornos gastrointestinales. Señala que antes de venir a Bs. As a trabajar – es creativa publicitaria – vivió en España, donde “por primera vez comenzó a experimentar y a sentir sus emociones”.

Tom, el irlandés

Tom,  22 años, irlandés, que vino por un año a estudiar Literatura y Periodismo, comienza su tratamiento al mes de llegar. Manifiesta “estar en busca de un terreno firme para poder cuidar de sí mismo, ya que se siente vulnerable” . Tiene antecedentes de adicción e incluso de venta de drogas; ha estado en un instituto para delincuentes juveniles. Agrega que “necesita restaurar un equilibrio para saber en dónde está”. Al finalizar su tratamiento – que dura 10 meses – vuelve a su país con un proyecto consistente en hacer una revista similar a “Hecho en Buenos Aires”, y haciendo un balance de su proceso terapéutico, dice que “ahora ha terminado la etapa de luna de miel,  y se da cuenta de que va a tener que seguir trabajando él mismo”.

Werner, el suizo

Werner,  24 años, suizo, consulta a los 4 meses de llegar a Bs. As. para estudiar 1 año de su carrera (Economía). En su primer contacto telefónico, se identifica con el nombre “Carlos”, explicando más tarde que “es el nombre del propietario del departamento” y que lo eligió porque es un nombre común en Argentina y la gente no entiende bien ni sabe pronunciar su nombre verdadero”. Si bien yo hablo su idioma, elige hacer el tratamiento en español (que domina muy bien), y expresa claramente “ yo siento que acá tengo más libertad para hablar con alguien. Nunca he encontrado respuesta a mis preguntas.” Dice estar en busca de “ experiencias nuevas”, interesado en los extranjeros y en las culturas diferentes.. Admite que inicialmente se propuso “ dejar sus problemas del pasado en Suiza e intentar algo nuevo acá.” Le interesa el “desarrollo sustentable”, que asocia a “una vida sustentable”. Enfatiza que “Hay mucho estrés en el trabajo en la cultura alemana. Es algo que yo no puedo cambiar. Entonces, tengo que buscar otra cultura. Me falta el esfuerzo o la personalidad de hacer cosas propias, cosas que no son lo usual o que son contrarias a nuestra cultura”.

Sophie, la francesa

Sophie, 25 años, francesa, también pide hablar en español. Dice “estar un poco perdida en su cabeza” y aclara que “es su primera consulta de este tipo” . Vive en Bs As hace 2 años, y trabaja en una importante empresa francesa. Su malestar empieza al volver de un breve viaje al Uruguay “Se cayó todo, empecé a pensar ¿por qué estoy acá?” “Yo quería ir a un país hispanohablante y quería ir lejos” “Pero no quería huir nada en Francia, eh?” “Quería conocer otra cultura, tal vez para probarme. En Francia son muy cerrados. Acá la gente es más creativa.”

El psicoanalista inglés Donald Winnicott habla de espacio transicional: una zona neutral o intermedia de la experiencia que proporciona alivio a las tensiones.

En el espacio terapéutico, el  plus de autorización, de libertad que otorgan la distancia, las diferencias culturales y el cambio de  lengua permiten al expatriado la construcción de este espacio.

Werner/Carlos asume una nueva identidad, un “nombre argentino” para poder camuflarse en el anonimato de la gran ciudad (él vive en un pueblo pequeño).

Alice comienza a permitirse sus emociones y estados de ánimo al migrar a países de habla hispana. Sólo puede sentir “en español”.

Harry también reconstruye su identidad a partir de las piezas sueltas que arrastra en su periplo por diferentes países.  Trabaja el “no encajar”, el “no ser nadie” del inmigrante.

Tom encuentra un terreno firme para fortalecerse en un nuevo continente, reservorio natural de agua y alimentos. Se nutre de una tierra de renacimientos permanentes, y regresa “hecho en Buenos Aires” dispuesto a seguir trabajando para cuidarse.

Sophie huye al fin del mundo, al país que está “en el fondo” (más abajo, no hay nada, sólo los hielos de la Antártida). Tanto ella como Werner necesitan cambiar de idioma al encarar un tratamiento analítico. La lengua materna está demasiado cargada de vivencias infantiles, buenas y malas.

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2.)      “… mi única travesía es un regreso”.  PABLO NERUDA, “El fin del viaje”

La mitología (Edén, Edipo, Babel) ya habla del deseo del ser humano de cruzar las fronteras en busca del conocimiento,  La Argentina parece ser atractiva por su espíritu de rebelión (Madres de la Plaza, cacerolazos contra el “corralito”, “marchas del silencio”,  piqueteros); Buenos Aires por su  fama de  “Meca del psicoanálisis”.

 

.3)   “En el exilio, la única patria es la lengua”   JUAN GELMAN

Dice Ivonne Bordelois en “La palabra amenazada”: “Muchas veces, el destello particular de una palabra, su música peculiar, se percibe mejor al confrontárselo con las palabras equivalentes en otras lenguas”.  La epístola de San Pablo a los Corintios, sobre El hablar en lenguas,  dice: “El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica”. Y también: “Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla ,y el que habla será como extranjero para mí.”

Percy, canadiense, 64 años, de profesión economista, inicia sus sesiones con un breve introito en castellano.Luego, cierra los ojos durante unos segundos “para poder estar acá”.  Su familia era humilde, de origen alemán y tan católica como para tener todos los hijos que Dios les enviara. Al preguntarle a qué se dedicaba su padre, intercala tímidamente la palabra “carnicero” en su discurso en inglés.

Werner/Carlos también intercala palabras en su lengua materna (alemán) cuando se permite hablar de sus emociones.

El escritor Elías Canetti, que vivió muchas migraciones, habla de una “traducción inconsciente”.

La diversidad y el pasaje de lenguas contribuyen a la  riqueza del discurso.

El ritmo y la musicalidad de cada idioma resultan muy diferentes para cada persona.

Sharon, norteamericana, de 26 años, se sentía amenazada por la sonoridad del idioma castellano; lo sentía  agresivo y lo asociaba a la violencia masculina.

El recorrido por distintas culturas, el viaje interior, los ecos de la lengua materna, los afectos y las vivencias que nos trae cada idioma, las piezas del rompecabezas, el caleidoscopio con los colores y formas cambiantes de cada sujeto particular.

Como dice Sylvia Molloy, la extranjería es parte de uno mismo.

¿Qué hace exactamente un interculturalista?

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Por Marcelo Baudino
@marcebaudino

Aunque ya desde el 2009 trabajo como interculturalista, todavía tengo que explicar qué es lo que hago exactamente. Y es que el campo de la interculturalidad sigue siendo una novedad en América Latina, donde la mayoría de las personas desconocen su aplicación y relevancia para el contexto corporativo, académico y social.

Debo confesar que en mis primeros años de trabajo encontraba bastante difícil explicar “como-para-que-entienda-un-niño” el concepto y el valor de mi profesión. Más tarde descubrí que esta situación no era exclusivamente mía, sino que varios interculturalistas del mundo enfrentaban el mismo desafío. Hace unas semanas, navegando por la web, me encontré con el blog de Christian Höferle, un interculturalista alemán que creó un cómic muy sencillo para explicar qué es el trabajo intercultural:Comic 1Comic 2

Cabe aclarar que la explicación de Christian está programada para ser efectiva en el contexto cultural alemán. Quizás en otras culturas sería importante hacer “ajustes” de la descripción de lo que hace un interculturalista para que el mensaje sea más efectivo. A veces un simple “ayudamos a otras personas a trabajar mejor con otras culturas” podría tener un mayor impacto. En mi caso, luego de pasar varios años facilitando interacciones interculturales entre líderes, profesionales, ejecutivos y empresarios de toda América Latina, he desarrollado la habilidad para transmitir de manera más simple el valor de desarrollar competencias interculturales en las empresas de hoy.

Entonces, para ti: ¿Qué hace exactamente un interculturalista? ¿Te animas a postear tu respuesta abajo?

 

La tolerancia no es suficiente

DIVERSIDADLa intolerancia y la sofisticada ética intercultural

By Milton J. Bennett posted 19/01/2015 / traducción de Alejandra Ferreiro

Recientes eventos en Francia muestran las limitaciones de la tolerancia, y nosotros como interculturalistas podríamos sugerir algunas respuestas más respetuosas y éticas a esta tragedia (Nota del editor: se refiere a los ataques a la revista Charlie Hebdo).

En torno a la tolerancia se da una paradoja: la tolerancia está basada en la idea de que sería mejor no ser diferentes. Ser tolerante equivale a decir “preferiría que fueras como yo”, pero te voy a perdonar magnánimamente por desviarte del standard. A cambio de este regalo preferencial que te hago al tolerarte, solo te pido que en nombre de “la libertad de expresión” no tomes en cuenta ningún abuso verbal que yo pudiera propinarte. Y, adhiriendo a la Regla de Oro, te permitiré, en principio, que me abuses de la misma manera.

La tolerancia no es una condición muy estable. Un desequilibrio en el toma y daca, una injusticia histórica desenterrada, o un leve incremento de la demagogia es suficiente para darle a mucha gente la idea de caer en el prejuicio rampante, en la represalia violenta, e incluso en el genocidio.

Sin embargo, se publicita la tolerancia como la única alternativa a nuestra tendencia a destruir la diferencia. ¿Por qué esta imperfecta estrategia para lidiar con la diferencia tiene a nuestra aspiración tan bajo control?

Porque no sabemos cómo respetar a otros.

Respeto – la idea de que otra gente y sus culturas son tan valorables como las nuestras y que nuestras diferencias son en beneficio mutuo- requiere que hayamos hecho un SALTO EPISTEMOLOGCIO. Requiere que hayamos tomado conocimiento acerca de la existencia de modos alternativos de ser y estar en el mundo que son diferentes de los que nos son propios, y que incluso hasta pueden llegar a ser difíciles de imaginar. En otras palabras: esta comprensión requiere de nosotros que dejemos de funcionar en el modo absolutista y dualista de comprender la realidad y cambiemos a otro más relativista.

La gente se desanima respecto a hacer este cambio porque en el relativismo no hay modo moral de medir: lo que puede ser Bueno en mi realidad puede ser Malo en la tuya, y viceversa. Esto podría no ser verdaderamente un problema si nosotros sostuviéramos nuestra herencia humana de vivir separados en mundos que no interactuaran. Pero no es eso lo que hacemos. La realidad de las sociedades multiculturales -no importa cuán tolerantes seamos- es que las acciones sociales inevitablemente favorecen a unos sobre otros. El problema es que no tomamos estas acciones respetuosamente, sino que justificamos nuestras imposiciones con principios supuestamente universales tales como “derechos humanos” o la “libertad de expresión” (o “la Palabra de Dios”), en otras palabras, cuando nos enfrentamos con la inevitable elección ética, suponemos que no tenemos otra elección que actuar etnocéntricamente.

¿Hay una alternativa viable? Si: Aceptar que lo que tenemos en común como seres humanos es nuestra diversidad. Si aceptamos que cada decisión ética implica un choque de alternativas viables, y que la sofisticada ética intercultural es la habilidad de navegar estas aguas ambiguas respetuosamente.

Estos son algunos de los temas explorados en las investigaciones que apoya el IDRInstitute y los seminarios ofrecidos a través de la IDRacademy.