¿Cuán diversa es tu vida?

Autora: Julia Taleisnik

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Hoy escuchamos con frecuencia la palabra diversidad. La gente, los medios, las publicidades hablan de este tema, pero tengo la sensación que cuando un concepto está en boca de todos en todo momento, muchas veces pierde fuerza. Esto me pasa hoy con la  diversidad, del que aparentemente todos hablan pero no estamos seguros cuántos llevan a la práctica.

Según el diccionario de Merriam-Webster, la diversidad es la cualidad o el estado de tener diferentes formas, tipos, ideas, etc. El estado de tener personas que son de diferentes razas o que tienen distintas culturas en un grupo u organización”. Bastante amplia la definición, ¿no? Si entendemos a la diversidad como el estado de mostrar diferencias, puede generar temor porque pareciera separar en vez de unir. Pero no necesariamente tiene esa función la diversidad. También entendemos que existen múltiples diversidades: de nacionalidad, de edad, de género, de clase, de orientación (o preferencia) sexual, de religión, de ideología política, de intereses, de habilidades, de estilos de vida, de educación, de profesión, entre muchísimas otras. La dificultad de mencionar todas las diversidades que existen es la misma que nos convoca cuando nos preguntamos ¿cuán diversa es mi vida? Por eso es mejor comenzar preguntándonos por ¿cuáles son las diversidades en mi vida?

Muchas personas nunca se preguntan por esto,  porque la diversidad se percibe como difícil e innecesaria. Las personas tendemos a reunirnos por afinidad y compartir con aquellos con quienes podemos empatizar mejor o comprender su situación. Por eso es común encontrar que los grupos de amigos son bastante homogéneos, porque naturalmente elegimos estar con quienes nos sentimos afines. Sin embargo, los beneficios de la diversidad se pueden percibir fácilmente cuando uno empieza a practicarla. El mundo se achica cuando incorporamos la diversidad y la humanidad se convierte en lo que nos une porque  aquello que percibimos como lejano, que nos resulta una amenaza o que nunca hemos considerado porque es desconocido se convierte en parte de nuestro mundo. Si cada uno de nosotros acerca a su vida a alguien diferente, estamos acercándonos entre las personas. Pero es una decisión que debemos tomar con nosotros mismos ¿queremos transitar una vida más diversa?

La diversidad es un ejercicio que se practica a diario, sólo así aprendemos a vivirla. ¿Por dónde empezar a hacerlo? Te propongo algo sencillo: primero, hacé un inventario de las diversidades que hay en tu vida (en tu trabajo, en tu vida personal, en tu grupo de amigos, en tus comidas, en tus hobbies).  Después pensá en tu vida cotidiana, recorré los escenarios donde caminás, las personas que te cruzás, las películas que viste, los olores de las comidas, las lenguas que escuchaste (y que no entendiste). Vas a encontrar diversidad por todos lados. Ahora decidí a qué te gustaría acercarte, algo que sea desconocido; quizás te ayude a tomar esta decisión encontrar algún referente que pueda acercarte a lo desconocido (un compañero de trabajo, el amigo de un amigo, un vecino, un compañero de la facu, un contacto del facebook o un twittero que suele hablar del tema…). Finalmente, sumergite en la experiencia de incorporar más diversidad en tu vida. No tiene que ser algo descabellado, si te desafía y saca de tu zona de confort es más que suficiente para comenzar.

Hace poco volví a entender que no necesitamos que nos impongan la diversidad para incorporarla a nuestras vidas, sino que es una decisión que podemos tomar nosotros y actuar sobre ella. Nuestra vida es el espacio sobre el cual podemos tomar decisiones y cambiar.  El mundo se hace un poco más chico y la humanidad un poco más común si vivimos una vida más diversa, porque nos acercamos al otro. Y en ese camino, el otro también se modifica junto a nosotros.

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