
¿Cuántas veces nos hemos equivocado juzgando o prejuzgando una actitud o una conducta diferente a la nuestra? ¿Cuántas veces nos habremos perdido de conocer mejor a personas porque lo que vimos creíamos que estaba mal?
Cuanto más nos relacionamos con personas diferentes, más estrategias debemos articular para poder conocerlas mejor. Muchas veces no basta con tener buenas intenciones y creer que la tolerancia y una mente abierta serán suficiente porque finalmente ¿qué significa tener una mente abierta? Quienes estamos en contacto con personas culturalmente diferentes muchas veces debemos alejarnos emocionalmente de las cosas que nos suceden en esas interacciones y reflexionar objetivamente. Dicen que no hay nada más difícil en las personas que ser objetivas cuando nos sacan de nuestra zona de confort –zona que indudablemente está proporcionada por las situaciones y relaciones conocidas y familiares-, ya que lo emocional sale en nuestra defensa cuando nos encontramos incómodos o poco confortables.
Janet Bennett (Directora del Intercultural Communication Institute) propone un método para lograr distinguir y alejarnos, aunque sea un instante, de los juicios emocionales ante una situación, conducta o inclusive objeto diferente a lo acostumbrado. El método se llama Describir, Interpretar, Evaluar (DIE, del inglés Description, Interpretation, Evaluation), y consiste en lo siguiente: cada vez que nos enfrentemos o estemos en relación a una conducta o situación poco familiar o ajena a lo habitual, se propone seguir los siguientes pasos
1- Describir: describir lo que está sucediendo, puramente desde la objetividad. La objetividad se logra con sustantivos, yendo desde lo más particular sin llegar a lo general. Describiendo personas involucradas, palabras literales que han sido dichas, sin abundancia de adjetivos.
2- Interpretar: en esta segunda instancia nos paramos un poco más cerca de lo que nosotros pensamos sobre lo que está sucediendo. ¿Por qué? es una de las preguntas más frecuentes. Es la hora de elaborar hipótesis sobre la situación. Se suele recomendar elaborar dos o tres hipótesis para confirmar o refutar con el tiempo.
3- Evaluar: cómo me siento al respecto. En esta tercera instancia es cuando le damos participación a nuestras emociones y sentimientos. La pregunta que suele ser rectora es ¿Cómo me siento al respecto? Al ponernos en el medio de la situación en esta instancia, ya podemos involucrarnos personalmente porque los pasos anteriores nos permitieron tomar distancia.
Al realizar una elaboración acabada de lo sucedido, en caso de sentirnos mal o a disgusto, será importante determinar el por qué de ese sentimiento. Conocernos a nosotros mismos, nuestras limitaciones personales y determinantes culturales nos ayudará a sortear obstáculos (que en la mayoría de los casos son cognitivos) y posiblemente con el tiempo, dejemos de perdernos de oportunidades sólo porque alguien nos cayó mal. Distinguir lo que pasó de lo que me pasó a mí es imprescindible.
Este ejercicio nos sirve tanto para nuestras interacciones con personas de culturas nacionales diferentes o simplemente con personas que vienen de un entorno o contexto que no son las habituales. Si logramos ser un poco más descriptores, dejando las evaluaciones para una instancia posterior, de seguro que lograremos sentirnos más cercano de lo que consideramos lejano y podremos realmente abrir nuestra mente, en vez de simplemente proponerlo como una expresión de deseo.
¿Te animás a poner en práctica el DIE y contarnos cómo te fue y cómo te sentiste?
Mucha suerte con el ejercicio!
Julia Taleisnik
Miembro Fundador de SIETAR Argentina